Peach: ¿Dónde se habrá metido Luigi?
Mario: No te preocupes, seguro que está ya al llegar. -dijo Mario, mientras untaba mermelada de melocotón en su tostada.
Las horas pasaban, y en el lago nadaba feliz un pequeño banco de cheep cheep. El sol estaba ya escondiéndose tras las montañas, y la luna se asomaba tímida. Una manada de yoshis se acurrucaba en el claro de un bosque, preparándose para dormir.
Daisy: ¡Oh, mi príncipe! ¿Cuánto más tendré que esperar para poder admirar vuestra belleza y valentía?
Toad: Tranquila, Luigi el Grande nunca deja plantado a nadie. Ha debido de ocurrir algún percance en el camino, pero seguro que está bien y pronto podremos disfrutar de su presencia.
Toad le dio la mano a Daisy para que no se sintiera tan sola, y juntos contemplaron la luz de la luna, esperando a que su gran héroe llegara.
Las luciérnagas brillaban e iluminaban aquella noche de una manera especial, casi mágica. Todo estaba en calma, era una noche embelesadora.
De pronto, se escucharon unos pasos. Todos se giraron e instantes después Daisy se levantó rápidamente.
Daisy: ¡Mi amor! ¿Dónde te habías metido, dueño de mi corazón? Me he sentido tan sola... -dijo cogiendo las manos de Luigi y mirándole fijamente a sus ojos con una mirada dulce pero, a la vez, preocupada.
Luigi: ¡Lo siento mucho, cielito mío! Unos goomba me atacaron mientras venía de camino y tuve que luchar contra ellos. Venían de parte de Bowser, se ve que tiene un maligno plan entre manos. -se dsiculpó, mientras se bajaba del Yoshi amarillo en el que venía montado.
Un cheep cheep del lago saltó, haciendo una bonita acrobacia antes de caer de nuevo al agua, y un conejito salió de un matorral cercano y se acercó a Peach, corriendo hacia ella alegremente.
Peach: Luigi, debes de estar cansado. ¿Quieres pasar la noche aquí? Los demás también dormirán hoy en castillo.
Luigi: Luigi el Grande, señorita. Luigi es el nombre que tenía antes de ser el valiente y noble caballero que soy ahora.
Peach: ¡Perdone mi falta, honorable Luigi el Grande! -se apresuró a decir, bajando la cabeza en señal de arrepentimiento.
Mario: Con su respeto, Luigi el Grande, me dirijo a mi habitación asignada en castillo para poder descansar. Buenas noches, y recuerda, querido hermano, quitarte la armadura antes de acostarte.
Luigi: Por supuesto, esta vez no se me olvidará. Gracias por su sabio consejo. Puede irse a dormir.
Un pájaro sobrevoló el castillo.
Parecía que algunos animales se encontraban aún despiertos, haciéndoles compañía en aquella noche tan bella.
Luigi se sentó a comer una magdalena que quedaba en el mantel de picnic. Toad y Peach hablaban sobre cuestiones del castillo y Daisy se acurrucó en el hombro de Luigi.
Daisy: Buenas noches, mi héroe. -dijo Daisy.
Y antes de dormirse, se dispuso a darle un beso en la mejilla a Luigi.
Pero antes de que los labios de Daisy tocaran su mejilla, Luigi se despertó repentinamente de su profundo sueño.